martes, 29 de octubre de 2019

Ciencia y miedo

Como sabéis este jueves es 31 de Octubre, también conocido como Halloween, por eso esta semana os queremos hablar del miedo.
El miedo es una condición inherente a la vida animal. Día tras día lo sentimos y sufrimos, siendo muchos los estímulos que lo desencadenan. Pero, ¿Alguna vez os habéis preguntado qué hay detrás de esa sensación? No os preocupéis, ¡hoy os sacaremos de dudas! Para ello, desglosaremos el miedo en distintos enfoques.
A nivel evolutivo, es fácil ver como el miedo supone una ventaja para todos nosotros. Todos los seres vivos nos vemos, día tras día, expuestos a situaciones de estrés en nuestro ecosistema a las que nos debemos enfrentar. Cada cambio del entorno debe ser respondido de forma adecuada y precisa para sobrevivir a él. En este contexto, la sensación de miedo es el reflejo psicológico de nuestro cuerpo preparándose para afrontar un potencial peligro. Por ello, la sensación de miedo supone una fuerte ventaja evolutiva y no es de extrañar que haya prevalecido a lo largo de la evolución.
Imagen de: getalookatthis.com


A nivel biológico, el miedo es una de las emociones mejor caracterizadas. Siendo el modelo más estudiado el ratón. Se estudia por medio del condicionamiento pavloviano, en el cuál se sincroniza un estímulo controlable (un sonido) con uno incontrolable (un calambre). Tras muchas repeticiones, el sonido induce en el ratón una sensación de miedo/preparación a responder al peligro. Sin duda alguna, el paradigma de esta emoción, encuentra su origen en el sistema nervioso. Y gracias al condicionamiento Pavloviano y distintos experimentos, con los que no os aburriremos, se logró caracterizar el mecanismo. Todo empieza con nuestros sentidos captando algo. Este algo puede suponer una clara agresión (el calambre) o algo que hayamos asociado a un peligro (el sonido).  Ambos desencadenan la liberación de señales por el Sistema Nervioso periférico que migran hasta el sistema nervioso central (CNS). En el CNS, nuestro primer actor será el Tálamo, que asciende la información a la corteza cerebral, de forma que la señal de ambos llega a nuestro gran protagonista: ¡La Amígdala! Esta pequeña estructura debe su nombre a su extraño parecido a una almendra y es esencial para nuestro sistema límbico. En respuesta a las señales del tálamo y el córtex (región que integra y coordina una gran cantidad de procesos) se estimula el núcleo lateral de la amígdala (LA) que permite un flujo de información hacia:
(1)  El núcleo central: Encargado de activar las señales defensivas con neurotransmisores como las famosísimas Dopamina, Serotonina y Adrenalina.
(2)  El núcleo Accumbens muy importante en la ruta para aprender de dicho estímulo y para integrar una posterior toma de decisiones.  
Os dejamos por aquí un par de esquemas en los que se ve más claro:
Imagen de: Evolution of human emotion: A view through fear. Joseph E. Ledoux.


Imagen de: Amygdala activity, fear, and anxiety: modulation by stress. Kerry J. Ressler.

El papel de la amígdala, aunque inestimable, no da cuenta de la sensación de miedo sino del cambio fisiológico que desencadena este. La sensación encuentra su origen en la estructura más característica de seres evolucionados, el córtex. Concretamente el córtex prefrontal, con una considerable aportación del hipocampo, este último forma parte del sistema límbico (emociones, memoria, hambre,...) y entre sus funciones tenemos la generación de nuevos recuerdos o la orientación espacial.
Imagen de: Researchfeatures.com
Otro enfoque apasionante es el patológico el del miedo como enferemedad. La expresión puede sonar extraña a primera vista pero estamos seguros de que todos vostros padeceis o conoceis a alguien con una fobia.Y es qué una fobia no entraña ni más ni menos que una manifestación patológica del miedo. Como recordaréis al principio hemos explicado que el miedo supone una ventaja evolutiva en tanto que consolida el origen de una respuesta adecuada y precisa un estímulo potencialmente peligroso. En contraste, el miedo es una respuesta desproporcionada a estos estímulos. El origen de la misma se ha asociado a cuadros patológicos mayores como algunas enfermedades neurodegenerativas. Sin embargo, la mayor parte de los casos se debe a una asociación emocional permanente. Esta última nace por dos mecanismos diferentes. La primera vía, y la más común, es por asociación directa estímulo-sensación, como sufrir un accidente de coche y tener miedo a conducir. La segunda sería una asociación más indirecta al ver a alguién reaccionar al estímulo y mimetizar su respuesta. Seguro que conoceis cientos de fobias, os dejamos por aquí las que más nos sorprenden a nosotros:

  • Hexakosioihexekontahexafobia: Fobia al número 666.
  • Omfalofobia: Fobia a los ombligos.
  • Hipopotomonstrosesquipedaliofobia: Irónicamente, fobia a la pronunciación de palabras largas y complicadas.


Eso es todo por hoy, para el que se haya quedado con ganas de saber más acerca del cerebro y las emociones, os dejamos aquí este intuitivo e interesante vídeo:
How stress affects your brain - Madhumita Murgia

¡Hasta la semana que viene!

Referencias bibliográficas:
  1. Adolphs R. The biology of fear. Curr Biol. 2013;23(2):R79–R93. doi:10.1016/j.cub.2012.11.055
  2. LeDoux JE. Evolution of human emotion: a view through fear. Prog Brain Res. 2012;195:431–442. doi:10.1016/B978-0-444-53860-4.00021-0
  3. Ressler KJ. Amygdala activity, fear, and anxiety: modulation by stress. Biol Psychiatry. 2010;67(12):1117–1119. doi:10.1016/j.biopsych.2010.04.027
  4. https://researchfeatures.com/2017/07/26/challenging-current-approaches-understanding-anxiety/
  5. Garcia R. Neurobiology of fear and specific phobias. Learn Mem. 2017;24(9):462–471. Published 2017 Aug 16. doi:10.1101/lm.044115.116
  6. Qais AbuHasan; Waquar Siddiqui. Neuroanatomy, Amygdala StatPearls. February 20 2019




martes, 22 de octubre de 2019

Ciencia y sueño



Como la mayoría ya sabréis, este domingo 27 de octubre se hará el cambio de hora. En la madrugada de este día los relojes se atrasarán una hora, entraremos en el horario de invierno, y podremos dormir una hora más este fin de semana. Este cambio se realiza todos los años el último domingo de octubre en cumplimento de la Directiva Comunitaria para el ahorro energético. Por este motivo, esta semana vamos a hablar del sueño. 

Lo primero, es tener claro que el sueño es un complejo proceso biológico necesario para restablecer las funciones físicas y psicológicas esenciales para un pleno rendimiento. 

Mientras dormimos estamos inconscientes, pero las funciones de nuestro cerebro y cuerpo siguen activas, realizan una serie de funciones importantes para mantenernos saludables y sentirnos bien. No dormir durante un tiempo prolongado produce cambios fisiológicos que pueden precipitar enfermedades como la diabetes o la hipertensión. Por lo que no dormir, no solo afecta a nuestra salud mental y a nuestro pensamiento, sino también a nuestra salud física.

Para entender las distintas etapas por las que pasamos mientras estamos dormidos, primero tenemos que saber que nuestro cerebro funciona a base de ondas cerebrales, dependiendo de cómo sean estas estaremos más despiertos o dormidos. Estas ondas cerebrales son la actividad eléctrica producida por nuestro cerebro, que tiene la capacidad de transmitir potenciales eléctricos de acción entre sus neuronas.

Tenemos cuatro tipos de ondas:
  • Ondas Beta: son ondas amplias y las de mayor velocidad de transmisión. Se producen cuando estamos despiertos y concentrados. Por ejemplo, cuando estamos estudiando o resolviendo un problema de matemáticas.
  • Ondas Alfa: son más lentas y de mayor amplitud que las anteriores. Se producen cuando estamos relajados. Por ejemplo, cuando estamos dando un paseo disfrutando del paisaje.
  • Ondas Theta: son de mayor amplitud aún y de menor frecuencia. Se producen cuando estamos bajo un estado de calma profunda. Por ejemplo, cuando estamos fantaseando o cuando tras conducir un rato te das cuenta de que no recuerdas cómo has hecho los últimos kilómetros, se trata de un estado en el que se realizan tareas automatizadas, como con la mente en otro sitio.
  • Ondas Delta: son las de mayor amplitud de las cuatro y menor frecuencia. Se producen cuando estamos ante un estado de sueño profundo.  

Imagen de: SpotlightMed


Cuando dormimos atravesamos cinco etapas en las que varía la actividad cerebral, la actividad muscular y el movimiento de los ojos:
  • Etapa I: es con la que entramos y salimos del sueño, nos damos cuenta de qué sucede a nuestro alrededor. Durante esta fase los ojos se mueven lentamente y la actividad muscular se enlentece. En esta etapa es frecuente que nos despertemos y que sintamos como que nos caemos. Las ondas cerebrales que predominan son alfa y theta.
  • Etapa II: el sueño se hace más profundo y el tono muscular es más reducido. El movimiento de los ojos se detiene y las ondas cerebrales son más lentas.
  • Etapa III: es la etapa en la que realmente descansamos y en la que si nos despertamos nos sentiremos confusos. Es en la que se dan trastornos del sueño, como sonambulismo o terrores nocturnos. Las ondas cerebrales predominantes son las delta.
  • Etapa IV: nos encontramos profundamente dormidos, descansamos física y psíquicamente. Aunque no soñamos, podemos encontrarnos con imágenes sueltas. Además, en esta fase se produce la hormona del crecimiento que es esencial para el desarrollo de los niños.
  • Etapa REM (rapid eye movement) o MOR (movimientos oculares rápidos): es en la que soñamos. No tenemos tono muscular, de manera que no podemos gritar en sueños y estamos como paralizados. Las ondas cerebrales predominantes son las theta,   es como si estuviéramos despiertos, por lo que el ritmo cardiaco, la presión y el movimiento de los ojos aumenta.
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Imagen extraída de: https://www.explicacion.net/ciclo-del-sueno/

Estas etapas se repiten una tras la otra en ciclos de 90-110 minutos durante el tiempo que dormimos. Los tiempos de cada etapa en el adulto son variables, pero en general la primera etapa comprende unos 10 minutos, la segunda el 50% del tiempo de cada ciclo, la tercera apenas dos o tres minutos, la cuarta el 20% del ciclo y la fase REM entre 15 y 30 minutos. 

Las fases del sueño van cambiando y madurando según la edad, ya que hasta los 3-6 meses no se empiezan a regular los mecanismos de melatonina, cortisol y temperatura. Estos mecanismos tienen una regulación circadiana, es decir, se regulan por cambios físicos, mentales y conductuales que siguen un ciclo diario, y que responden principalmente a la luz y la oscuridad. 

Por ejemplo, la glándula pineal, una glándula endocrina del cerebro, se ve estimulada por la oscuridad y secreta melatonina, una hormona que interviene en el ciclo natural del sueño. La melatonina proporciona información a estructuras de nuestro cuerpo sobre el ciclo diario de luz y oscuridad, esta información se utiliza para la organización de los procesos y funciones corporales.

Por otro lado, el cortisol es la hormona que produce nuestro cuerpo en respuesta al estrés. Sus niveles son más bajos durante la noche, que se supone que estamos durmiendo, y más altos en la madrugada, cuando tenemos que despertarnos, es como que nuestro cuerpo se prepara para estar plenamente activo al levantarse.


Por último, nuestra temperatura corporal se reduce durante la noche para inducir el sueño y mantenerlo estable. Durante la etapa REM el hipotálamo reduce su control en la termorregulación, de forma que la temperatura ambiental influye más en nuestra temperatura corporal disminuyéndola. Si mientras dormimos tenemos una temperatura ambiental más alta de lo ideal, nuestro cuerpo debe hacer un mayor esfuerzo para la regular nuestra temperatura y empeora la calidad de nuestro sueño.

En conclusión, nuestro cuerpo y sobre todo nuestro cerebro llevan a cabo procesos complejos para la regulación del sueño, ya que es importante dormir bien para poder mantenernos saludables.


¡Hasta la semana que viene!





martes, 15 de octubre de 2019

Ciencia y lavado de manos



Como algunos ya sabréis, el 15 de octubre es el día mundial de la higiene de manos, cuyo objetivo es concienciar al mundo de que la mayoría de las infecciones asociadas a la atención primaria se pueden prevenir limpiándose las manos en el momento oportuno y de la forma apropiada. Aunque pueda parecer algo lógico y que no es tan necesario concienciar sobre el lavado de manos, ¡creedme que sí que hace falta!


Las infecciones asociadas a la atención sanitaria, también denominadas “nosocomiales” u “hospitalarias”, son aquellas que puede contraer un paciente durante su estancia en un hospital o centro de sanitario. Estas pueden producir infecciones resistentes a antibióticos, prolongan las estancias en los hospitales, implican un elevado coste para el paciente, e incluso pueden producir muertes innecesarias.


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Imagen extraída de: https://www.who.int/gpsc/5may/es/
Con intención de disminuir este tipo de infecciones la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha realizado un programa llamado “Una atención limpia es una atención más segura” que incluye medidas de prevención, entre ellas el lavado de manos. 


El tipo de infección nosocomial más frecuente es la infección urinaria por el uso de una sonda vesical, está causada por distintos tipos de bacterias, entre ellas Escherichia coli y Klebsiella polifarmacorresistente. Otras infecciones menos comunes son las que se producen en el lugar de una intervención quirúrgica, la neumonía nosocomial, la bacteriemia nosocomial, gastroenteritis, sinusitis, endometritis…


A parte de estas infecciones que se pueden evitar con el lavado de manos de profesionales médicos, hay otras que podemos evitar lavándonos las manos nosotros mismos a diario, ya que los espacios donde convive mucha gente son importantes focos de contagio de enfermedades. Por ello, es importante lavárselas en muchas situaciones cotidianas: antes de comer, de cocinar o manipular alimentos, después de ir al baño, de cambiar pañales, antes de tocar a un bebé, después de fumar, de tirar la basura, de jugar con mascotas, de toser, estornudar o sonarse la nariz…


Una infección muy común que la higiene de manos ayuda a prevenir es la gripe, pues lavarse las manos con frecuencia ayuda a protegerse contra el virus de influenza. Además de prevenir el contagiarnos, en el caso de que ya tengamos gripe podemos evitar transmitirla a otra gente de esta manera, ya que cuando estornudamos o tosemos y nos tapamos la boca con las manos estas quedan contaminadas.


Otro ejemplo de infección menos conocida que podemos evitar con un lavado de manos con abundante agua y jabón es la producida por el virus Molluscum contagiosum, que produce sarpullidos en la piel y se puede transmitir por contacto piel contra piel o incluso tocando algún objeto que haya sido contaminado.


Otras infecciones que se pueden evitar son la producida por estreptococos, la neumonía errante, la conjuntivitis o la hepatitis A. 

Por todo esto lavarse las manos con agua y jabón es la mejor forma de eliminar los microbios que te puedan producir estos tipos de infección. Sin embargo, en algunos momentos no tenemos agua o jabón y podemos recurrir a los desinfectantes de manos. Estos pueden reducir la cantidad de microbios si tienen al menos un 60% de alcohol, pero no eliminan todos los tipos que nos producen infecciones, y menos si las manos están visiblemente sucias o grasosas. 


En conclusión, espero que haya quedado clara la importancia de mantener una correcta higiene de manos y de la cantidad de infecciones que se pueden evitar con una acción tan simple.
Resultado de imagen de dia mundial del lavado de manos 2019
Imagen extraída de: https://www.comunicar-salud.com.ar


¡Hasta la semana que viene!


Referencias bibliográficas:
1. https://www.who.int/gpsc/5may/es/
2. https://www.cdc.gov/handwashing/esp/when-how-handwashing.html
3. https://www.madrimasd.org/blogs/salud_publica/2008/04/22/89763
4. https://manoslimpias.es/enfermedades-se-pueden-evitar-lavado-manos/